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cerraron las urnas y se esperan los primeros resultados

cerraron las urnas y se esperan los primeros resultados

En el final de una jornada que estuvo marcada por la tensión y el temor a posibles ataques, luego de una campaña violenta que dejó como saldo final un candidato a la presidencia asesinado y una serie de tiroteos y amenazas a otros políticos y funcionarios, Ecuador estaba en vilo a la espera de los resultados.

Aunque seis empresas habían sido autorizadas a difundir encuestas en boca de urna, varias decidieron no hacerlas porque, según argumentaron, no existían las condiciones de seguridad para hacerlo. Por eso los primeros resultados oficiales se esperaban para después de las 19.30 hora local (las 21.30 en la Argentina).

Tras el cierre de los centros de votación, la presidenta del Consejo Nacional Electoral Diana Atamint informó en cadena nacional que las elecciones fueron “pacíficas y seguras”, sin incidentes, aunque señaló que el sistema telemático para votación en el exterior fue objeto de varios ataques cibernéticos desde siete países, entre ellos China, India y Bangladesh.

Agregó que se había registrado un 82,26% de participación, una cifra similar a la de elecciones anteriores.  

Reunidos con sus equipos de campaña, en Quito o en Guayaquil, los ocho candidatos a la presidencia estaban atentos a la difusión de los datos de las encuestas en boca de urna. 

Para ganar en una sola vuelta, un candidato deberá alcanzar el 40% de los votos válidos con una distancia de 10 puntos sobre el que quede segundo. Si ninguno llega a ese porcentaje, habrá una segunda vuelta el 15 de octubre.

Unos 13,4 de los 18,3 millones de ecuatorianos estaban llamados a las urnas para elegir presidente y a los 137 miembros de la Asamblea legislativa. 

El presidente que salga de esta elección deberá completar el mandato del conservador Guillermo Lasso, que en mayo recurrió al mecanismo previsto en la Constitución y conocido como “muerte cruzada”, con el que disolvió el Parlamento y llamó a elecciones presidenciales anticipadas, cuando enfrentaba un juicio político que podría haber terminado en su destitución. La oposición en el Congreso lo acusaba de supuestos actos de corrupción nunca probados y que el mandatario desmiente con vehemencia.

Así, el próximo ocupante del palacio de Carondelet gobernará por apenas un año y medio, hasta mayo de 2025, cuando termina el actual período presidencial.



Luisa González, candidata de Revolución Ciudadana, al votar en Canuto, provincia de Manabi, en Ecuador. Foto: EFE

Votar con miedo

Bajo un operativo de seguridad inédito, que desplegó a cerca de 100.000 policías y militares por todo el país, que se mantiene en estado de excepción, los centros electorales abrieron puntuales a las 7 de la mañana (las 9 en la Argentina).

En los colegios de Quito convertidos en centros de votación el movimiento era animado desde la mañana, con familias enteras que iban a votar, muchos con chicos o mascotas. En algunos, la policía revisaba bolsos y mochilas de los votantes en la puerta -las autoridades electorales habían recomendado no ir con bolsos ni mochilas por razones de seguridad- pero el miedo a posibles ataques durante la jornada de votación no se hizo realidad.

Los ocho candidatos a la presidencia votaron en las primeras horas del día, cada uno en su ciudad y férreamente custodiados, luego de una campaña marcada por la sombra del crimen organizado, en especial tras el asesinato de Fernando Villavicencio, el periodista y candidato a presidente que investigaba la corrupción y que había denunciado vínculos entre políticos y grupos del narcotráfico.

Christian Zurita, el candidato que reemplazó al asesinado Fernando Villavicencio. Foto: BLOOMBERG


Christian Zurita, el candidato que reemplazó al asesinado Fernando Villavicencio. Foto: BLOOMBERG

Christian Zurita, quien reemplazó al candidato por el movimiento Construye -paradójicamente, la foto y el nombre de Villavicencio figuraban en la boleta electoral, ya que los tiempos legales no permitieron reimprimirlas tras el magnicidio del 9 de agosto- votó en un colegio de la zona norte de Quito bajo un impresionante despliegue de seguridad.

El sábado había denunciado que recibió amenazas a través de las redes sociales. Y desde que se confirmó su candidatura, recién este miércoles, Zurita dijo varias veces que su vida corría tanto riesgo como la de Villavicencio.

Otra vez se lo vio con casco militar y chaleco antibalas, como en su cierre de campaña, rodeado por policías y custodios que lo empujaban para salir rápido de allí.

Apenas pudo rápidamente hacer una declaración a los medios que se lo pedían: “Han sido días oscuros para el país pero estamos a la altura de las circunstancias. Vamos a enfrentar con determinación lo que significa sacar adelante a este país”, dijo.

Estas elecciones extraordinarias se dan en medio de la peor crisis de seguridad de Ecuador, inmerso en una ola de violencia que las autoridades atribuyen al crimen organizado y al narcotráfico, que hizo que el país pasara en cinco años de 5,8 a 25,32 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022, la cifra más alta de su historia.

Militares un colegio de Guayaquil, durante la elección de este domingo. Foto: EFE


Militares un colegio de Guayaquil, durante la elección de este domingo. Foto: EFE

Por eso, la provincia costera de Santa Elena, el candidato de derecha Daniel Noboa acudió a votar rodeado de sus seguidores, pero con chaleco antibalas.

Luisa González, de Revolución Ciudadana, el partido del ex presidente Rafael Correa y favorita en los sondeos -que por ley sólo se difundieron en Ecuador hasta el 10 de agosto y no llegan a reflejar el efecto que puede haber tenido el crimen de Villavicencio- votó en Chone, en la región de Manabí.

Otto Sonnenholzner, ex vicepresidente y quien el sábado denunció un tiroteo muy cerca de donde desayunaba con su familia, votó en Guayaquil. Afirmó que la situación nacional “es grave» y que el país necesita de personas “que sepan exactamente lo que hay que hacer».

Y Yaku Pérez, identificado con el movimiento indígena, lo hizo en la localidad de Tarqui, en la provincia de Azuay.

Quito, enviada especial

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By Franco Arenas