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Donald Trump, el picapiedras de la democracia de EE.UU.

Donald Trump, el picapiedras de la democracia de EE.UU.

La economía norteamericana crecerá hasta 6% menos de lo que debería para fines de la década a causa de las políticas de defensa del clima que impulsó Barack Obama. Seguro, faltó quemar carbón para el desarrollo. Esta extravagancia figura en el ideario del plan de gobierno que una multitud de aliados de Donald Trump preparan para el regreso al poder del magnate el año entrante.

Consideran, también, la salida de EE.UU. de la OTAN y el cierre de la alianza militar con Ucrania. Steve Bannon, polémico ex asesor del ex presidente, condenado por la justicia y hoy integrante de estas brigadas del “pensamiento” trumpista, resume sin sutilizas: “Importa una mierda la invasión rusa a Ucrania, la única invasión que no importa una mierda es la que sufre EE.UU. en la frontera sur”.

Entre los pilares de un eventual gobierno de esta grey, figura a tope la finalización del famoso muro frente a México, la desaparición de la nacionalidad estadounidense inmediata para los nacidos en el país (si son hijos de inmigrantes) y el cese de la guerra a los combustibles fósiles.

La revista The Economist entre otros medios, ha explorado en las enormes incubadoras de funcionarios que los fieles trumpistas preparan como la nueva burocracia de esta aventura ejecutiva distópica.

Un eje significativo y aspiracional, a tono con el pelaje populista del ex mandatario, radica en el control del sistema judicial. No solo para eliminar el enjambre de causas que lo acorralan, sino para edificar un país con otro tipo de equilibrios institucionales, un espejo de la Hungria iliberal que celebran Bannon y su jefe.

Es por esto que el presidente Joe Biden, que buscará su reelección en 2024, se percibe más cómodo con el magnate como adversario. La vereda demócrata (y la republicana) descuentan que Trump se impondrá en la interna de su partido donde marcha con diferencias abultadas sobre su desafiante, el gobernador de Florida Ron de Santis.

Qué busca Biden?

Esos datos satisfacen a los estrategas demócratas que asumen que un duelo entre ambos disuelve la cuestión de la edad, relevante en caso de que la batalla fuera con un republicano más joven. Pero, además, contemplan un saldo a favor por las extravagancias autoritarias de Trump.

En esa línea señalan los fallos medievalistas de la Corte Suprema, que perdió balance por los jueces nombrados por el magnate, como un factor central en los resultados de las elecciones de medio término en las cuales la Casa Blanca salió mucho mejor de lo esperado. Lo que explica, además, cierta nueva fortaleza de Biden en su partido, además de beneficiarse por la baja de la inflación, el alto consumo y pleno empleo.

No deberían, sin embargo, envolverse en demasiado optimismo. Hay un par de cuestiones a contemplar. Si bien mejoró la economía, ha dejado un tendal fuera del reparto.

Un sondeo reciente de la Reserva Federal detectó que “el alza de los precios afectó negativamente a la mayoría de los hogares norteamericanos y el bienestar financiero general disminuyó con respecto al año anterior pese a que el mercado laboral se mantuvo sólido”. Dos tercios de los consultados debieron reducir sus gastos, y “alrededor de 28% informó haber estado sin algún tipo de atención médica en el último año porque no podían pagarla”.


Los más duros partidarios de Trump frente al tribunal en Washington. AP

Ese disgusto se expresa en términos políticos y en nacionalismos que erosionan el juego democrático. La gente va contra un sistema que identifica como su enemigo. Ahí reinan los Trump y su populismo de grieta.

El otro punto refiere a la elección indirecta que rige en EE.UU. Aunque el voto mayoritario exponga un resultado, el ganador se define en el Colegio Electoral donde el futuro está en manos de 538 electores procedentes de todos los estados y de la capital.

Recordemos que en 2016 Hillary Clinton obtuvo casi tres millones de votos más que Trump. Pero ganó en 20 estados y en Washington D.C., acumulando 227 electores. El magnate, en cambio, se impuso en 30 distritos y reunió 304 votos para el Colegio por encima de los 270 requeridos.

Este sistema creado para filtrar el camino al principal sillón del país, se ha vuelto claramente una trampa y puede volver a sorprender. Vale recordar que luego de la victoria de Biden, muchos estados republicanos aprobaron leyes de “voto calificado”, dirigidas a trabar el sufragio de las minorías, raciales o hispanas, usualmente de perfil demócrata.

Este panorama es solo una parte del problema norteamericano. Que EE.UU. no haya logrado recuperarse del desvío populista produce mutaciones globales al margen aún si Trump regresa o no a la Casa Blanca. La cuestión es hasta qué punto es confiable EE.UU.

La nueva autonomía estratégica europea en cierta medida se afinca en esa desconfianza. Trump en el gobierno cercenó el liderazgo global estadounidense, que Biden buscó recuperar.

El significado de la guerra

Si el líder demócrata en parte lo logró, fue debido al despropósito del autócrata ruso Vladimir Putin con su guerra contra Ucrania, que al revés de lo que preveía, generó un bloque occidental sólido, recuperó la OTAN de su marasmo y elevó el lugar de Washington.

El crecimiento electoral de Trump pese a sus más de 70 cargos penales, puede motivar a Putin a intentar mantener el status quo de la guerra hasta las urnas norteamericanas en noviembre del año próximo reviviendo las opacas y antiguas alianzas del Kremlin con el magnate de Nueva York.

Esa guerra tiene otras lecturas. Es consustancial con la preservación del lugar de EE.UU. como potencia global, en especial con relación a China. Un retroceso en ese escenario implicaría una extraordinaria cesión de espacios de poder.

En este sentido Trump es una incomodidad para la estirpe imperial de la potencia norteamericana. No fue casual que las corporaciones de Wall Street financiaron la campaña de Biden, buscando un “relevo adulto”, constatación que enfurece a los trumpistas. La justicia ahora amontona argumentos sobre la persistencia de esos desvíos que incidirán, desde ya, en la disputa electoral.

Críticos del ex mandatario en Washington con un muñeco que lo imita con el cartel de perdedor AFP
Críticos del ex mandatario en Washington con un muñeco que lo imita con el cartel de perdedor AFP

Dentro de ese vasto racimo de procesos el magnate confronta 40 cargos criminales por la manipulación de los documentos secretos que se llevó a su casa y otro tendal de 34 cargos por la falsificación de los registros impositivos de sus empresas. Y resta otro manojo. Ha sido ya acusado penalmente en tres ocasiones.

La última esta semana por el intento golpista que llevó adelante para invalidar las elecciones que le ganó Biden en 2020 y el asalto al Capitolio por una turba de sus fanáticos, episodio sin precedentes desde la guerra Civil de 1812. Cada uno de los cargos está penalizado con entre 5 y 20 años de cárcel acumulativos. Es dudoso, sin embargo, que haya un destino de calabozo para Trump.

Pero el litigo contaminará la carrera electoral. Uno de los casos más relevantes irá a los tribunales en mayo de 2024, en plena campaña para las elecciones. Es el relacionado con el trasiego de documentos ultra secretos que Trump apiló junto al inodoro en un baño de su residencia y se negó a devolver.

Este caso de violación de la seguridad nacional dejó fuera de la brújula a un sector tradicional del Partido Republicano que rechaza al magnate y hasta puede votar por Biden o abstenerse, según un sondeo reciente de The New York Times.

Trump no se preocupa. Controla el 38% de su partido e iguala en la perspectiva a Biden. Ese poder electoral inoxidable pese a su prontuario desnuda la certeza de una democracia en deterioro, advierten los analistas. Si se indaga en las causas, la visión que aparece es alucinante.

Donal Trump y el fiscal Jack Smith, a cargo de las causas en su contra. REUTERS/
Donal Trump y el fiscal Jack Smith, a cargo de las causas en su contra. REUTERS/

La fiscalía probó que el líder republicano pergeñó listas falsas de electores para el Colegio en siete estados ganados por los demócratas: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Nuevo México, Pensilvania y Wisconsin. Sin éxito en esa maniobra y con el rechazo judicial a las denuncias de fraude, lanzó entonces el ataque al Capitolio la jornada que el Congreso consagraba la victoria de Biden. Hubo 5 muertos en ese episodio.

La intención era retener el poder a cualquier extremo, al punto que se elaboraron planes para sofocar con la fuerza militar las previsibles protestas contra el giro golpista.

El párrafo 81 de la acusación consigna la conversación telefónica del abogado adjunto de la Casa Blanca que le advierte a uno de los aliados de Trump que si no aparece un fraude significativo y Trump intenta de todos modos retener el cargo, estallarían disturbios en todo el país. El otro desdeña el aviso y le responde suavemente, “para eso tenemos una ley de insurrección”.
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By Franco Arenas